lunes, mayo 04, 2009

Contaminación ambiental en Chile

Contaminación en la ciudad de Mendoza

El incremento de casos de alergia, como consecuencia de la contaminación en el radio céntrico, debe constituir un llamado de atención para que las autoridades tomen medidas correctivas. Si bien es cierto que son muchas las variables que se conjugan para que esa situación se plantee, la realidad también marca que debe controlarse el humo y los contaminantes que surgen de los escapes de colectivos y automotores.

os índices de contaminación en el radio céntrico están alcanzando límites preocupantes y obligan a que las autoridades correspondientes comiencen a estudiar medidas que tiendan a morigerar la situación.

Están comenzando a potenciarse los síntomas que padecen los alérgicos y hay zonas bien delimitadas en las que los problemas se acentúan, tal el caso de las calles con mayor circulación de colectivos, como son Salta y Patricias Mendocinas.

La ciudad de Mendoza se encuentran erigida en un pozo y ello se ve evidenciado en el pronunciado descenso que realizan los automovilistas que circulan especialmente en dirección este-oeste.

Y la contaminación se observa a simple vista de parte de quienes, circulando desde el este, no pueden divisar con claridad la montaña porque una densa capa contaminante impide una visión más clara. Situación que no se plantea en los días feriados, en que es escasa la circulación de vehículos en la ciudad.

Si nos atenemos a los hechos y a los informes suministrados por técnicos especializados, el mayor índice de contaminación es provocado por los colectivos y, en menor medida -pero contaminación al fin-, por automóviles con fallas en la combustión.

A ello se suma -siempre de acuerdo con los informes- el hecho de que por una cuestión estacional, el follaje que cae de los árboles está contaminado con hollín, lo que no hace más que multiplicar los problemas.

A nivel internacional la situación ha sido estudiada en profundidad, especialmente en Santiago de Chile, una capital con más de cinco millones de habitantes y que compite en América Latina con México y con San Pablo en cuanto a índices de degradación del aire.

Santiago se encuentra enclavada en un valle rodeado de montañas y los mayores problemas se presentan en la época de otoño-invierno, cuando se produce un fenómeno de inversión térmica en la zona. Ello provoca que el aire sea más helado a baja altura, lo que genera que las partículas nocivas se concentren a nivel del suelo, a lo que se suma la ausencia de vientos que las dispersen.

Esa gran urbe cuenta con un problema aún mayor: se encuentra rodeada de industrias que realizaron muy pocas inversiones para modificar la polución que generan. Pero el mayor inconveniente -según los estudios- está centrado en la circulación de automóviles y colectivos.

Fueron varias las medidas que intentaron para encontrar una solución. Entre ellas figuró la inclusión de vías exclusivas para la circulación de ómnibus, la incorporación de nuevas tecnologías y la extensión de la restricción vehicular de los automóviles que no cuentan con catalíticos.

Sin embargo, las medidas más efectivas apuntaron a obligar a las empresas de colectivos a renovar el parque automotor, ampliando el uso de gasolina sin plomo, que contamina sólo 20 por ciento en comparación con el combustible convencional, y la exigencia de que se ampliara el número de unidades de colectivos, lo que generó paralelamente una reducción promedio de 20 por ciento de transporte en autos particulares.

La ciudad de Mendoza no tiene los índices de contaminación de Santiago de Chile pero -de continuar el incremento de vehículos que circulan por el radio céntrico- no quedan dudas de que la situación será preocupante. Tiempo atrás -y con el objeto de controlar la situación- se decidió derivar la circulación de colectivos de calle San Juan hacia Rioja y desde 9 de Julio hacia Patricias Mendocinas, lo que no hizo más que trasladar el problema.

Mucho más efectivo sería establecer, en el plano inmediato, un estricto control sobre la contaminación que generan los colectivos y, a largo plazo, instrumentar un sistema de transporte colectivo no contaminante, como el de los trolebuses o el tantas veces anunciado pero nunca concretado proyecto de ferrotranvía urbano, que no sólo no generará contaminación sino que desalentará el uso de automóviles particulares.

Decisiones que se deben adoptar antes de que el problema alcance una mayor dimensión. Ya se están presentando los primeros síntomas y es sabido que la prevención es más efectiva que la curación

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