Más allá de evaluaciones históricas discutibles respecto a como se desencadenó esa guerra, es innegable que la actitud intransigente de los británicos y su incumplimiento reiterado de varias Resoluciones de las Naciones Unidas -exigiendo a las partes negociar o discutir la cuestión soberanía-, constituía en sí una actitud de permanente agresión que potencialmente generaba un casus belli.
Tal vez resulte necesario -o interesante- recordar que las aguas de los archípiélagos usurpados jamás fueron extrañas a los argentinos, puesto que por muchos años operamos activamente en ellas. En 1904 el capitán Carl Antón Larsen, radicado en nuestro país luego del rescate de la Expedición antártica de del Dr Nordenskjöld, creó en Buenos Aires la Compañía Argentina de Pesca SA ( CAP ) y fundó ese mismo año el Puerto factoría de Gritvyken en las Geogias, su centro permanente de operaciones hasta entrados los años '60. La eficiente CAP por largos años dio trabajo a criollos, escandinavos inmigrantes y a una gran cantidad de isleños de las malvinas. Al cerrar actividades la CAP muchos de ellos se radicaron en diversos puertos continentales argentinos. Varios de nuestros abuelos baqueanos de aquellas aguas pueden aún dar abundante testimonio vital de esto, además del escaso material escrito sobre el tema. Sin embargo la decadente cultura nativa, cuyo centro psicológico de pensamiento se encuentra en metrópolis foráneas, se empecina en mostrarlas como regiones lejanas y extrañas, sin detenerse a considerar que el daño ambiental en ellas involucra propia responsabilidad, en nuestro doble carácter de habitantes del planeta y dueños legítimos de ese espacio territorial argentino, que actualmente constituye la última gran reserva de recursos pesqueros para la humanidad, ya que en el resto del mundo se consideran colapsados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario